jueves, septiembre 22, 2005

Parpados de hierro

Sin poder despabilarme
pasada la noche
que nunca fue,
los parpados de hierro
me impulsan
cegando,
al mismo error,
al viejo instinto:

La histeria del mundo.
La sequedad en la piel.
La mortandad del arte.
La ausencia de la propia sed.

Entre tanto,
los efectos colaterales
me someten,
a una contradicción mental
que desorienta
desconcierta
hace impuro
lo mas claro,
el mismo intento fallido.

Sin defensa
no hay reflejo
de ninguna imagen,
no hay decisiones.
Instinto puro
pulso...
impulso ciego.
La intención
de algo hipotético
sin entorno real,
ni desarrollo posible.

(21/09/2005)